jueves, 6 de enero de 2011


Digestiones Pesadas 2

Cómo prevenir y aliviar algunas las molestias digestivas más comunes: 

Indigestión
La digestión es un proceso muy lento que se alarga cuando se ingiere demasiada comida o alimentos excesivamente ricos en grasa o fibra. Al producir más ácidos para ayudar en la digestión, el tracto intestinal se hincha. Otra forma de indigestión es la que produce hinchazón del abdomen, que se manifiesta cuando el estómago se siente demasiado lleno y que suele producir flatulencia.

Para disminuir estas molestias:
  • Tomar de postre papaya o piña fresca, ya que contienen papaína y bromelina respectivamente, enzimas que favorecen la digestión de las proteínas.
  • No abusar de carnes, fiambres y embutidos, alimentos ricos en proteínas y grasas.
  • Mejor dar prioridad al pavo y a las aves de caza de temporada, menos indigestos que el cordero o el pato (carnes mucho más grasas).
  • Sustituir el café por infusiones digestivas (manzanilla, menta, hinojo, comino o salvia).
  • Si sabemos de antemano que tendremos una "comida especial", debemos compensarlo realizando el resto de comidas del día más ligeras de lo habitual.
Nauseas y vómitos
Ya sea por consumo de alimentos en mal estado o por exceso de alcohol, el vómito es síntoma de que el cuerpo trata de liberarse de un elemento tóxico. Tras los vómitos y para evitar la deshidratación, resulta fundamental asegurar un adecuado aporte de líquidos, pero conviene esperar 1-2 horas antes de tomar cualquier bebida. A medida que los vómitos cesan se puede iniciar la ingesta de alimentos sólidos. Se toleran mejor los alimentos secos: tostadas, galletas sencillas… Algunos remedios caseros: infusión de jengibre (se trocea y pulveriza, se añade una cucharada sopera por cada taza de agua y se hierve 3-5 minutos), ideal para combatir las malas digestiones acompañadas de náuseas, vómitos, mareos y para eliminar gases.
 
Flatulencia
Exceso de gases en el intestino que causa espasmos intestinales y distensión abdominal (se hincha el abdomen). Cambios bruscos en la alimentación, comer deprisa y tragar demasiado aire mientras se mastica, un consumo excesivo de hidratos de carbono (arroz, pasta, patata, pan, cereales, galletas, etc.), el empleo de antibióticos que desequilibran la flora intestinal y la ingesta de alimentos flatulentos (alimentos productores de gas y formadores de olor) pueden originarla.


Para prevenir esta incomoda molestia se recomienda:
  • Masticar bien los alimentos, comer y beber despacio
  • No realizar comidas copiosas o de condimentación fuerte y emplear hierbas aromáticas que ayudan a la digestión (romero, salvia, tomillo, hinojo, toronjil, alcaravea, ajedrea de verano).
  • Evitar los alimentos o platos muy grasos y salsas fuertes.
  • Cocer bien la pasta, no comer pan recién horneado tipo baguette ni verduras y legumbres flatulentas (ajo, cebolla y pimientos crudos, coles, alcachofas, etc.).
  • Sustituir café, descafeinado y té por infusiones de menta, salvia o de hinojo, o añadir unos granos de anís verde, hinojo o comino a una infusión de manzanilla, ya que ayudan a la digestión, y de hierbabuena, que relaja los músculos del colon (intestino grueso), lo que ayuda a aliviar las molestias del exceso de gases.
  • El yogur contiene bacterias que ayudan a equilibrar la flora del intestino por lo que están especialmente recomendados.
Para facilitar la digestión
  • Comer despacio y de manera relajada, dedicando como mínimo 20-30 minutos a cada comida.
  • Masticar bien los alimentos; la digestión de muchos de ellos (cereales, patatas y legumbres) comienza en la boca.
  • No utilizar condimentos (especias fuertes, mostaza...) que irritan la mucosa gástrica y aumentan la acidez estomacal. Los alimentos pueden sazonarse con hierbas aromáticas digestivas (granos de anís, alcaravea, hinojo, tomillo, salvia, comino, cardamomo…). También se pueden tomar infusiones digestivas o relajantes de manzanilla, melisa, espino blanco, tila, regaliz e hinojo…
  • No conviene beber mucho durante las comidas o justo después de las mismas, ya que se diluyen los jugos gástricos y se retrasa la digestión.
  • Evitar raciones grandes, comidas y bebidas muy frías o muy calientes, alimentos fritos, tabaco, el abuso de alcohol y de bebidas excitantes (café y té) y el exceso de azúcar. No ingerir fármacos que irritan el estómago.
  • Si no se puede vencer la tentación de comer determinado plato o postre, hay que ser razonable y no hacer más que una concesión por comida compensándolo por otro lado: si el entrante es graso o muy calórico, hay que escoger para después pescado a la plancha o al horno acompañado de ensalada o verduras, y de postre, fruta fresca.
  • No acostarse inmediatamente tras las comidas. Cuanto más vacío esté el estómago antes de tumbarse, mejor.
Digestiones Pesadas
La moderación, la mejor receta para prevenirlas.
Muchas veces, comer bien, sentados y con tranquilidad parece imposible.
Lo impide, en muchas ocasiones, el trepidante ritmo de vida que llevamos. Y cuando a las prisas diarias se le añaden unos hábitos alimentarios poco saludables - cada vez más frecuentes-, se originan malas digestiones, dolor de estómago, acidez y otros trastornos digestivos.

Si los excesos se prolongan en el tiempo, aumenta el riesgo de aparición o desarrollo de patologías relacionadas con la alimentación, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, obesidad, alteraciones digestivas…
Los trastornos digestivos cobran relevancia en épocas como la Navidad, fechas en las que es difícil huir de las comidas copiosas.
La frase "un día es un día" nos empuja a abusar de la comida y de la bebida, siendo casi imposible salir indemne de sufrir incidentes digestivos. Hay que recordar que las grandes comilonas y el ingerir muy rápido los alimentos obligan al estómago a trabajar mucho más de lo habitual, con la consiguiente sensación de malestar y pesadez. Seguir unas sencillas pautas nos ayudará a prevenir las molestias digestivas.

Tranquilidad y buenos alimentos
Los alimentos o platos demasiado grasos (fritos, estofados o guisos con exceso de aceite) o que incluyen carnes muy grasas, platos con salsas (nata, queso o mayonesa), platos muy condimentados, picantes o los alimentos excesivamente azucarados provocan digestiones más lentas y pesadas de lo normal. Si, además, no guardamos orden en el horario y distribución de las comidas a lo largo del día, y por ejemplo, un día no desayunamos, otro casi no comemos y al siguiente tomamos una gran cena, nuestro aparato digestivo acabará sufriendo las consecuencias.
Tampoco el estrés es buen aliado para las dolencias estomacales: numerosos estudios lo han relacionado con afecciones gastrointestinales (úlceras, cólicos, diarreas, gastritis…), por lo que además de seguir una buena alimentación, resulta muy importante aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés.

A la buena siesta…
A pesar de que la siesta se considera un hábito muy saludable, si se prolonga más de 15-20 minutos y se realiza al poco de comer, probablemente despertaremos con la sensación de que la comida no ha sido digerida, nos dolerá la cabeza y sentiremos acidez y malestar general. Esto se debe a que cuando dormimos todo funciona más lentamente en nuestro cuerpo, incluida la digestión, y a que en posición horizontal se facilita el paso de ácidos de estómago a esófago (reflujo). Para remediarlo, deberemos hacer una siesta de corta duración y, en lugar de acostarnos, permanecer recostados en el sofá.


Las Enzimas y los problemas digestivos 2


Funciones de las enzimas
Cada grupo de enzimas posee unas funciones propias en el organismo. Las enzimas digestivas permiten que el organismo absorba y aproveche los nutrientes que contienen los alimentos presentes en la dieta. Las enzimas metabólicas contribuyen a la eliminación de toxinas y sustancias de deshecho, además de ayudar al buen funcionamiento del sistema inmunológico, mientras que las enzimas dietéticas ayudan a que tengan lugar diferentes procesos digestivos además de contribuir al correcto funcionamiento de otras enzimas.

Causas de su deficiencia
La falta o destrucción de enzimas puede deberse a la existencia de ciertas enfermedades, al propio proceso del envejecimiento o a afecciones digestivas que afectan principalmente al estómago y al intestino.

Carencia de enzimas digestivas
Existen tres tipos de enzimas digestivas, las proteolíticas, necesarias para digerir las proteínas; las lipasas, para digerir las grasas; y las amilasas, necesarias para digerir los hidratos de carbono. La mayor parte se forman en el interior de células presentes en la boca, el estómago, el páncreas y el intestino delgado, es decir, a lo largo del tubo digestivo y en glándulas anejas.
El déficit de estas enzimas afecta a la absorción y aprovechamiento de los nutrientes ya que las proteínas, hidratos de carbono y grasas, sin la presencia de enzimas, no pueden fraccionarse y dar lugar a sustancias más sencillas que puedan pasar al torrente sanguíneo para poder ser utilizadas por nuestras células. Además esto puede dar lugar a procesos de fermentación y putrefacción de los alimentos que han quedado parcialmente digeridos, lo que causa la aparición de distintos síntomas como dispepsia (digestiones difíciles), flatulencia o aerofagia (exceso de gases), problemas de la piel, astenia o fatiga, dolores musculares o articulares y reacciones alérgicas, entre otros.
Un ejemplo de deficiencia de enzimas digestivas es la falta de lactasa en el intestino. Esta enzima es la encargada de degradar la lactosa (azúcar de la leche), y su carencia provoca una intolerancia a la lactosa que cursa con flatulencia, diarrea y dolor e hinchazón abdominal. En este caso conviene eliminar o disminuir la cantidad de leche y otros alimentos que contienen lactosa de la dieta. Los yogures y los quesos curados y semicurados apenas contienen lactosa, por lo que se toleran bastante bien y resultan alimentos interesantes para cubrir las necesidades diarias de calcio, mineral imprescindible para el mantenimiento de la estructura ósea.

Consejos dietéticos
Las enzimas dietéticas, enzimas que forman parte de la composición de los alimentos, se destruyen en gran medida por la acción del calor, es decir, al asar, cocer, calentar o freír los alimentos. Por lo tanto los alimentos crudos van a ser la principal fuente alimenticia de enzimas, lo que hace importante que la dieta incluya buena cantidad de ensaladas y fruta fresca. Existe por ejemplo enzimas proteolíticas, la bromelina y la papaína, que se encuentran en la piña y la papaya respectivamente, por lo que el consumo de estas frutas después de las comidas puede contribuir a que la digestión sea más fácil. No obstante, dichas enzimas abundan más en otras partes de la planta que en el propio fruto, motivo por el que se suele recurrir a cápulas que las contienen en dosis superiores.
Aunque se lleve a cabo una alimentación equilibrada, si el aparato digestivo no puede transformar y absorber los nutrientes, resulta difícil gozar de una buena salud, por lo que si es necesario se puede recurrir al empleo de suplementos de enzimas, siempre bajo la supervisión de un especialista que valore la necesidad en cada caso, para asegurar el aprovechamiento de los nutrientes y evitar la acumulación de sustancias tóxicas en el organismo.


FUENTE:  www.alimentacion-sana.com.ar

Las Enzimas y los problemas digestivos

La digestión de los alimentos tiene lugar gracias a la acción de las enzimas, su deficit trae varias complicaciones...
Las enzimas son proteínas que se producen en los organismos vivos y que hacen posible que se lleven a cabo reacciones metabólicas. Existen diferentes tipos de enzimas: digestivas, metabólicas y dietéticas, si bien el déficit de enzimas digestivas es el que más afecta tanto a la digestión como a la absorción y aprovechamiento de los nutrientes.

Las enzimas adoptan una estructura tridimensional que permite reconocer a los materiales específicos sobre los que pueden actuar -substratos-. Cada una de las transformaciones, que experimentan los alimentos en nuestro sistema digestivo, está asociada a un tipo específico de enzima. Estas enzimas son las llamadas enzimas digestivas. Cada enzima actúa sobre un sólo tipo de alimento, como una llave encaja en una cerradura. Además, cada tipo de enzima trabaja en unas condiciones muy concretas de acidez, como se puede ver en el cuadro de abajo. Si no se dan estas condiciones, la enzima no puede actuar, las reacciones químicas de los procesos digestivos no se producen adecuadamente y los alimentos quedan parcialmente digeridos.

Las enzimas y la digestión
  • Ptialina Actúa sobre los almidones. Proporciona Mono y disacáridos.
    Se produce en la boca (glándulas salivares).
    Condiciones para que actúe
    Medio moderadamente alcalino.
  • Amilasa Actúa sobre los almidones y los azúcares.
    Proporciona Glucosa. Se produce en el estómago y páncreas.
    Condiciones para que actúe Medio moderadamente ácido.
  • Pepsina Actúa sobre las proteínas.
    Proporciona Péptidos y aminoácidos.
    Se produce en El estómago.
    Condiciones para que actúe Medio muy ácido.
  • Lipasa Las grasas. Acidos grasos y glicerina.
    Se produce en Páncreas e intestino.
    Condiciones para que actúe Medio alcalino y previa acción de las sales biliares.
  • Lactasa La lactosa de la leche. Glucosa y galactosa.
    Se produce en intestino (su producción disminuye con el crecimiento). Condiciones para que actúe Medio ácido.
El proceso normal de digestión de los alimentos, mediante la acción de las enzimas, da como resultado nutrientes elementales (aminoácidos, glucosa, ácidos grasos, etc.) que asimilamos en el intestino y son aprovechados por el organismo. Sin embargo, cuando las enzimas no pueden actuar o su cantidad es insuficiente, se producen procesos de fermentación y putrefacción en los alimentos a medio digerir. En este caso, son los fermentos orgánicos y las bacterias intestinales las encargadas de descomponer los alimentos. La diferencia es que en lugar de obtener exclusivamente nutrientes elementales, como en el caso de la digestión propiciada por las enzimas, se producen además una gran variedad de productos tóxicos (indól, escatól, fenól, etc.). Estas sustancias también pasan a la sangre, sobrecargando los sistemas de eliminación de tóxicos del organismo.
  • Enzimas intracelulares
    Otras enzimas actuan en el interior de las células, transformando los nutrientes que les llegan a través de la sangre en otras sustancias, como el ácido oxalacético o el pirúvico, que forman parte del metabolismo celular. Las enzimas intracelulares también son los responsables de los procesos de degradación celular. En estos procesos se obtienen nutrientes elementales a partir de los materiales estructurales propios de las células cuando el aporte mediante la dieta se interrumpe (por ejemplo, durante el ayuno), o cuando la célula no puede utilizar los nutrientes de la sangre (por ejemplo, en la diabetes).
  • Particularidades
    Hay enzimas que necesitan la participación de otros compuestos químicos no proteicos, denominados cofactores, para poder actuar realmente como enzimas. Estos compuestos pueden ser: el grupo prostético, como por ejemplo el grupo hemo de la hemoglobina, o una coenzima, como la coenzima A o el fosfato de piridoxal. A la parte proteica sin el cofactor se le llama apoenzima, y al complejo enzima-cofactor holoenzima.
También existen enzimas que se sintetizan en forma de un precursor inactivo llamado proenzima. Cuando se dan las condiciones adecuadas en las que la enzima debe actuar, se segrega un segundo compuesto que activa la enzima. Por ejemplo: el tripsinógeno segregado por el páncreas activa a la tripsina en el intestino delgado, el pepsinógeno activa a la pepsina en el estomago, etc.
Las enzimas actuan generalmente sobre un sustrato específico, como la ureasa, o bien sobre un conjunto de compuestos con un grupo funcional específico, como la lipasa o las transaminasas. La parte de la enzima que "encaja" con el sustrato para activarlo es denominada centro activo, y es el responsable de la especificidad de la enzima. En algunos casos, compuestos diferentes actuan sobre el mismo sustrato provocando una misma reacción, por lo que se les llama isoenzimas.